Mientras la luz se deshace en el silencio de un beso
y el amor se hace carne, por tres veces,
en la sangre a ser amado hasta ir de la pasión al deseo
-cumplida la osadía de la lengua- en busca corazón del otro.
Y de nuevo tus senos y mis manos
de arder en el oleaje de los años juntos
y al secreto de Las mil y una noches
por la hora de la hora la ascua del fuego.
Devorado en versos nació la cúpula a ser mezquita del amor
en el cielo cómplice del sol,
como si por un enjambre de vidrieras,
los ángeles blancos anduvieran sueltos por mi cabeza
y asociados a la madrugada de tu risa, abrieran las alas
a la nieve de los sueños.
Qué desnuda canción de Sergio Dalma arde sin consumirse
sí en tus ojos se ofrece la ebriedad de bailar pegados
y el sátiro tatuaje de invicto despertar es el poema
en los pliegues de la noche. Y tú me dices que escriba versos
y anhelas enrojecer cual luz de cereza
y te ríes viendo copular a la luna mojada de sed
que se niega a envejecer como tú, oh diosa invicta del propio fuego.
14/2/2022
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